Lo bueno de llegar a la madurez, que es muy poco desde luego, porque cuando una luce una papada que le llega al piso, un codo derecho gris oscuro , un dolor de espalda que te lleva tiesa por la vida,realmente hay poco de qué ufanarse y mucho menos celebrar, es que, al fin, parece que se acepta uno con un poco más de complacencia.
Eso quiere decir que acepta uno, con total sinceridad, que es un cobarde o que ha cometido errores irremediables, que ha hecho el ridículo un montón de veces en la vida y ya ni te importa, que se ha humillado una por gusto, cometido imbecilidades de todo tipo, bebido un montón de cervezas de más sin remordimiento alguno y que en fin, no eres más que lo que eres y que , si no te quieren, que se jodan.
Quiere decir que por fin alcanza una a vislumbrar que la vida no es eterna, como nos parecía cuando éramos mas jóvenes y que tampoco eso nos importa mucho, porque estamos tan ocupados tratando de vivir , de ser felices, de rodearnos de lo que nos gusta de verdad, no de lo que nos imponen, que ni tiempo tenemos de pensar mucho en lo que deberíamos ser.
Y se da cuenta una, por enésima vez, que ha madurado por fin, después de la última experiencia, sin darnos cuenta que eso mismo pensamos hace un tiempo atrás, después de la penúltima experiencia.
Y se da cuenta una, de pronto, que somos , de veras, jóvenes de corazón, que aún tenemos toda la pasión del mundo dentro, toda la locura por delante y que la vida no acaba aquí ni allá, que la vida no acaba hasta que se acaba.
Y que es por eso que a veces sonreímos solos, porque ya tenemos recuerdos buenos y malos, pero preferimos olvidar los malos, a menos que vayamos al cine y podamos llorar a lágrima viva los dolores ajenos que nos sacan las penas afuera.
Y que es por eso, que, cómplices, a veces, nos dirijimos miradas cargadas de esa extraña sabiduría de los sobrevivientes que saben que siempre, siempre, siempre, vale la pena vivir.
Yo creo, en algunos momentos que he llegado a eso, a lo de la aceptación, etc… pero me temo que solo en algunos momentos.
Eso sí, el codo negro ¡¡sí que lo tengo!!!
Muy bonito y muy bien expresado