Mi relación con los caballos empezó hace muchos años atrás. Vivo enamorada de ellos desde que tengo uso de razón, así que cuando mi mamá me llevó a montar a caballo, por primera vez en mi vida, a los 10 años de edad y terminé por salir despedida del animal a toda velocidad para caer encima de un blanco montón de cal, que me dibujó de estatua, quedé adolorida pero feliz y pidiendo que se repitiera la maravilla.
En los años siguientes , con tremendo espíritu, luché contra la ausencia de guaguas en la Habana, la lejanía del parque y me mantuve, mal que bien, en contacto esporádico con los caballos.
Pero nada me preparó para la primera vez , en primer año de la universidad, en que fuímos al campo a hacer unas prácticas de producción, que así llamaban a aquello, para montar en aquel miserable caballito que por montura tenía un saco de yute y por riendas una soga amarrada de medio lado alrededor de la boca. La soga quedaba a mano izquierda, una sola soga, nada de estribos, nada de monturas, nada de nada.
Así y todo, y con la ayuda del niño, que me acercó el caballito a un muro en el que me encaramé para poderme subir, emprendí mi nueva aventura caballar, confused pero encantada.
Todo fué bien durante unos 10 minutos, hasta que el caballito y yo nos dirigimos en línea recta a una rama horizontal de una mata de mango que quedaba atravesada justo por encima de la cabeza del animal. Cuando faltaban escasos metros, empecé yo a decir, profesionalmente:
-Sooooooooooo, caballoooooooooo, sooooooooooooo!
Mientras movía, espasmódicamente, hacia la izquierda, una soga que ya estaba a la izquierda antes, para alejarnos del árbol.
Nada, como si con él no fuera, mi caballito siguió a paso muy lento pero seguro ,hacia la rama, así que en unos pocos metros puse en juego toda mi sabiduría de jinete experta:
– So, caballo, caballo, sooooooooooo, caballooooooooo, soooooooo, coño, soooooooooooo, párate , coño, párate, desgraciao, que te pares te digo, hijo de puta, párate, no seas tan cabrón, que te pares, te digo, que te ….
Y así hasta que, para evitar la rama, me tuve que acostar de espaldas en el dichoso animalito mientras la rama me pasaba a unos centímetros de la cara y al ver que ya no había salida la abrazé con los dos brazos, dispuesta a quedarme colgando, si podía, de ella. Y ahí, justo ahí, se paró el sinverguenza, desgraciao, hijo de puta caballo,cuando ya tenía las nalgas en la punta del animal y todo el tronco afuera.
Ahí se paró.
En seco.
Y ahí, sin moverse ni un centímetro , me tuvo ese monstruo sádico con forma de caballo, más de quince minutos, con los brazos ya temblorosos aferrados a la rama, ni caída ni montada, en el limbo caballar, hasta que vino el muchacho y con sólo una órden de su tierna voz infantil, hizo retroceder a Lucifer hasta un punto en que volví a quedar, a medias, sobre él, sentada y libre de la rama.
Me tiré de la bestia maldita a toda velocidad, recogí mi sombrero de paja de entra las yerbas y después de darle las gracias al muchachito por tan agradable experiencia, me senté al pie de la mata de mango para recuperarme.
Al rato veo que hay mangos tirados en la yerba por cantidades, así que ni corta ni perezoza, me puse a recoger algunos de los mejorcitos y los iba echando en mi sombrero a medida que los encontraba, cuando regresaba, agachada, con los dos últimos mangos , lista para partir hacia el cuartel llamado albergue estudiantil que nos alojaba, me encuentro cara a cara con una vaca inmensa.
Ese fué mi primer contacto cercano de tercer tipo con una vaca.
Jamás en mi vida de animal urbano había tenido relaciones con las vacas, jamás había visto una vaca tan de cerca y sin ninguna cerca a su alrededor.
Y allí nos quedamos la vaca y yo, mirándonos, hasta que esa hija de puta se dió cuenta que yo era humana, pero inservible, y se dedicó, con toda parsimonia, a comerse todos los mangos de mi sombrero mientras yo le gritaba cosas como:
– Shuuuuuuuuuu, vacaaaaaaaaaaaaaa, shu, shu, vacaaaaaaaaaa, shuuuuuuuuuuuuu.
Hice todo lo posible por impedir el crimen: salté, grité, emití sonidos ridículos, hasta que la vaca, harta, me dedicó un mugido que me aterrorizó ,mientras bajaba la cabeza en forma amenazante para mostrarme sus intenciones malignas.
Del tiro quedé sentada en la yerba, inerme, mirando desconsolada, hasta que al fin, la vaca, satisfecha, se marchó, dejándome un sombrero a medias, lleno de baba.
Supongo que debo ser imbécil total, porque todavía sueño con tener una casa en el campo con un par de caballos de los que no sabría cuidar.
Ahora, eso sí, de las vacas malignas come-mangos, líbreme Dios.
Qué gracia hace leer esta entrada aunque tú en el momento debiste pasarlo mal. A mí me gustan las vacas porque he vivido siempre cerca de ellas.Son listas a más no poder.
No he montado nunca a caballo y aunque el animal es precioso me da un poco de miedo que me tire o algo así.
Durante unos años en las fiestas de mi pueblo se montaba un hípico y mi pandilla y yo nos íbamos a hacer apuestas de 100 pts (la mínima) y luego nos pasábamos a los establos a ver y a acariciar a los caballos. Algunos parecía que se reían o al menos eso me parecía a mí. Hermosos.
Aquella vaca, evidentemente, era listísima, se dió cuenta en seguida que yo no representaba ningún peligro ni era capaz de nada, me alegra ver que alguien con experiencia me lo confirme. Deberías intentar montar a caballo un día, se siente, aparte del miedo, un sensación inigualable de amor.
Nicolaza, encantada de que te haya gustado el post y de que quieres enlazarme, niña, por supuesto, hazlo enseguida, jaja.
Isa, no sabes lo feliz que me hace que tu y Pedro se hayan reído un ratico conmigo, para eso cuento estas boberías, para darles un ratico de alegría.
Después de estar oyendo a Pedro troncharse de risa sin saber porqué y sin compartir conmigo la experiencia, hoy he descubierto la historia y es realmente para mearse de risa, además yo te imagino a tí ahora, no tengo palabras………
Tambien yo me he reido de gusto.
Saludos.
La Nicolaza.
Me he reido cantidad.
Puedo linkearte en mi blog?
Saludos,
La Nicolaza.
Muy cómico tu articulo, la vaca es una apretadora le gusta lo que no es suyo . jajajajajaja
Esto lo TENGO QUE LINKEAR, Esta comicooooooo JAjAjAjAjAA
Muchas gracias, Norberto, por tu comentario y por el link y me alegra mucho que te hayas reído, en estos días nos hace tanta falta un poco de alegría…
Yo nunca he podido acercarme a una vaca sin valla de por medio…para mí todas tienen intenciones malignas. A mi se me figura que me quieren comer…mis hijos dicen que es imposible, que comen sólo pasto…pero no han visto la mirada de la vaca…maligna…tal como tu escribiste
¡maravilloso post! me alegra ver que tus musas están laborando…jijiji
¡el limbo caballar! ¡cómo me he reído! lamento mucho que esto te haya sucedido pero viéndole el lado bueno, si no hubiera sucedido no nos habríamos reído tanto…
Me duele la panza….
A que me quedó bueno eso del limbo caballar, jiji, yo misma me reía sola. Gracias por tus comentarios, niña, y no creas, ya no lamento que ne haya sucedido, porque llevo años riéndome de aquello..
Jajaja menuda experiencia… Yo tengo que decir que le tengo algo más que respeto a las vacas y casi lo mismo a los caballos. Y viendo a los de tu historia mi temor no es infundado!! 😀
saluditos
Ay, qué gracia, ha estado muy bien.
Lo mejor lo de que tú le decías muy profesional «so» y al final cualquier cosa que se te ocurría.
A mí los caballos también me encantan, aunque solo haya montado una vez en la vida, y casi-casi con una experiencia similar. Bueno… sin vaca.
Muy gracioso, guapa!
Ya ves, te libraste de la vaca maligna come-mangos, que suerte….
Gracias, niña, por el comentario, yo estoy encantada con la recepción que ha tenido este post…
es diana por aqui: ESPECTACULAR!!! me he meao tia!!!! lo q mas risa me ha dao es tu imagen dicièndole shuuuuuuu a la vaca loca jajajajaj mejor le hubieras dicho: shuuuuuuu, te vo`a meter un trompòooon!!!! jajajajajaja
un besito.
¡Me he reido hasta saltarseme las lágrimas! Y la vaca, toda una gourmet. Las de aquí no tienen gustos tan exquisitos.
Pues, sí una vaca fina, aunque no tanto, teniendo en cuenta que también se comió la mitad del ala del sombrero que era de paja..jiji
Jajajaja, no me sabia esta historia, esta de los mas buena. De madre la vacas, no sabia que comieran mangos… a mi tambien me gustan los caballos cantidad.
Besos,
Carli
Todavía tenemos lágrimas en los ojos de la risa!!!
Aquí estábamos los dos riéndonos de principio a fin 😀
Muy buena esta historia. También estuvimos leyendo las otras. Buenísimas también!
Sigue así maguna!!!!!
Besitos
que rico saber que se están riendo por allá de mis boberías, jiji. en fin, el mar.
Buenísimo. El caballo no, la historia!
Y esa vaca maligna?? pero de dónde sale??
Si yo te contara lo malignos que son los animales de mi facultad; como están hartos de los alumnos, los caballos intentan aplastarte contra las paredes y las vacas te pisan todas!
Quizás sí sean seres recién llegados del infierno estudiantil…
Isi, no tengo ni idea de dónde salió la vaca, quizás me la mandó, para seguirme torturando, el caballito del infierno. te creo que son malignos, tienen muy mala leche muchos de ellos, y se vengan en los pobres miserables humanos…y a tí, te han aplastado y pisoteado?
Por ahí anda una foto tuya con un caballo ¿o te la mandé? voy a buscarla y si la encuentro… ¡prepárate! era de la época en que eras flaquita …
Mija, ya te imagino en la posición descrita esperando el milagro divino, jaja, eres genial.
AD.
buenisima la historia! Que buen despertar de domingo riendome a carcajadas!