
No podía dejar que éste miserable año se fuera para siempre sin escribir un post, así que aquí me tienen otra vez. Recapitulando un poco, ha sido el año más fantástico de mi vida en internet, en menos de un año he logrado conocer, apreciar y amar a este grupo de blogueros, que por alguna razón, nos hemos sentido afines, unidos sobre todo, por el amor a los libros, que tanta riqueza nos han dado, por el humor, la cocina y tantas otras cosas más que han surgido a lo largo del camino, en el que algunos hemos sufrido altas y bajas, mientras otros nos han llevado de la mano de la estabilidad, salvando al grupo de la deshonra y la ignominia blogueril.
Así que para empezar quiero dedicarle éste post a mis queridas blogueras y blogueros (debería decir queridos, pero me sonaba mejor queridas) que tanta felicidad y alegría y conocimientos y humor han traído a mi vida. Sin orden ni concierto: lamemmour, azote, loquemeahorro, Teresa, Ale, Ade, los guisantes, laprimadeaudrey, Eva, Isi, Lillu, la mujer Quijote, Midnight Eclipse, Hilario, Patilawriter, Josete, sótano 71, el por qué de una mosca, michell, norberto, carli, yuli, homolibris y tantos otros que tendrán todo el derecho a reclamación al no haberlos mencionado.
Mi mamá me sugirió en estos días que escribiera una de mis anécdotas de Mongolia, maravilloso país en el que viví casi un año cuando era mucho más joven , allá por el año 1986 y del que tengo montones de recuerdos, así que, con este post iniciaré una nueva categoría, que de forma completamente original y nunca vista se llamará : De mis recuerdos.
Allá, en el largo verano de Mongolia, que dura exactamente un mes: Agosto, me invitaron una vez algunos amigos mongoles a una excursión a una laguna, tipo picnic, digamos, en el que matarían un cordero y un conejo para celebrar no se qué y en el que, esta criatura inconsciente, demostraría sus dotes natatorias. Mongolia es un país que no tiene costas, sólo ríos y lagunas, con el resultado total de que la inmensa mayoría de la población no sabe nadar , así que algunos traidores amigos me comprometieron de antemano y fuí invitada, a mi entender, sobretodo como una curiosidad extranjera y como objeto de diversión.
Cuando llegamos y miré la laguna me estremecí, sus oscuras aguas no presagiaban nada bueno, criada en Cuba, como soy, en el que las aguas del mar son transparentes, la idea de nadar en plena ceguera me inspiraba temor, no obstante, sacando fuerzas de la estupidez que me caracteriza, me introduje en el agua.
Nadie me había advertido que la temperatura del agua rayaba con el punto de congelación así que después de pararme en la orilla llena de limo resbaloso y agua congelada, sólo la verguenza, la puta verguenza, me hizo lanzarme de cabeza a esa agua que podría estar infecta de seres prehistóricos, para salir lo más pronto posible del mal rato. Cuando me tiré se me paralizó el alma y todas las demás partes importantes del cuerpo así que con brazos como maderos nadé hasta el centro de la laguna, me detuve, lanzé un gritito entrecortado con la garganta ya cerrada y con la misma , a punto de morir, nadé hasta la orilla, en la que algún alma caritativa me cubrió con un par de mantas y en la que estuve temblando espasmódicamente durante un par de horas mientras contemplaba los preparativos de la comelata.
La comelata consiste en lo siguiente, y esto va dirigido especialmente al blog de cocina recién creado:
Se toma un cordero pequeño, muerto, desde luego ,se recogen un montón de piedras de laguna infecta de seres prehistóricos, se hace una fogata y se colocan las piedras en la fogata, mientras usted se ríe a mandíbula batiente de la criatura extranjera que tiembla en la orilla, se toma un bidón de leche antiguo, como muestra la foto:

Se rellena de agua infecta de laguna, se introduce al animal cortado en trozos grandes , y a continuación, se van recogiendo las piedras, previamente puestas a calentar en la fogata y se van introduciendo en el bidón, con todo y cenizas, se toma una buen puñado de sal y se arroja con furia al agua que comienza a hervir.
Por último se toma una cebolla pelada pero entera y se arroja con igual furia dentro del bidón.
Se cierra el bidón, a presión, y producto del calor acumulado por las piedras, la carne se cocina en esa agua.
Al rato, con múltiples precauciones para irle sacando poco a poco la presión al bidón, cuya tapa podría salir volando y llevarle la cabeza al más cercano, se logra abrir el recipiente y sin más dilación, se empieza a servir en escudillas, el grasiento caldo que se utilizó en la cocción, para deleite de todos los presentes menos la extranjera que , casi recuperada, tomó un par de sorbos directamente de la escudilla, sin cuchara, como todos, para acabar de entrar en calor.
Luego se reparten pedazos de carne , de la cual comí un buen pedazito, a pesar del sabor.
A continuación se procede a la ceremonia de la suerte para el año que sigue, que consiste en extraer las piedras de la cántara y darle una a cada cual, piedra, que aunque sea pasándola de una mano a otra a puro grito, quema como el fuego , pero que , según dicen, mientras más tiempo la sostengas, más suerte tendrás en el próximo año.
Esta cubana aguantó unos segundos y cuando vió que la quemazón iba en serio tiró la piedra y se dijo que mejor manos sanas que año bueno.
Hoy, en éste día , muchos años después y con la sabiduría que dan los años de saber que a lo largo de la vida a veces se sufre de años verdaderamente malos, quizás aguantaría un poco más, quizás preferiría quemarme un poco las manos con tal de que todos tengamos un buen año por venir.
Y con ésto y una lata de cerveza en la mano brindo por todos aquellos que quiero:
HAPPY NEW YEAR!