Ah, los baños, los baños deliciosos.
Los baños del primer mundo son realmente algo especial. Una experiencia inolvidable, una inyección de placer directa a las venas del subdesarrollo.
Estos baños son el resumen de todos mis sueños de comodidad y placer en la vida.
Estos baños, estos baños, ah. Me encanta descubrir nuevos mecanismos cada vez mas sofisticados, está ese que se descarga sola la taza cuando uno levanta las nalgas, pareciera que sienten los últimos estertores del culo y se aprestaran para la guerra contra la inmundicia humana, hay otros que admiten cualquier cantidad de papel y materias varias y lo desaparecen todo en un par de segundos de lucidez. Y que decir del interruptor para la peste. Eso en Cuba ni imaginarlo. Pensar que hay un ventiladorcito que se encarga de sacar al exterior los olores desagradables para que los próximos inquilinos no tengan que sufrirlos, vaya, es la suma de las maravillas. En Cuba tú haces caca y se entera toda la casa, no hay privacidad cular.
Y los lavamanos, ja, que divertidos, los hay que no funcionan a no ser que les pongas la mano debajo de la pila, los hay que giran en todas direcciones y lo mismo te queman las manos que te las congelan, los hay de rosca, de palanquita, de sensores, en fin, que no termina uno de maravillarse de la propia habilidad para descubrir el intríngulis de cada uno y de que logre uno, al fin, salir con las manos lavadas y secadas por medios igualmente misteriosos y sofisticados.
Y las duchas, que maravilla las duchas.
Y en todos, en todos ellos, hay papel sanitario, jajá.
Puedo decir, sin que me quede nada por dentro, que para una persona como yo, que ha cagado en casi todas las plazas, los baños son una parte importantísima de los motivos que me movieron a abandonar el país.
Los baños de Cuba son sencillamente indescriptibles. No me atrevería a gastar palabras en esa tarea y mucho menos hablar sobre las pobres viejas estafadoras que se sientan a la entrada de los baños de restaurantes y cafeterías y que se ganan la vida cobrando por un pedacito de papel que más que secar, avergüenza.
Ah, estos baños, estos baños deliciosos.