Mi Vacación.

Y no lo digo por error, fué Mi Vacación, en singular, porque duró exactamente 24 horas.

Para una persona como yo, que llamo mi segundo hogar al apartamento donde vivo y mi hogar al taxi, dadas las horas que paso en cada uno de ellos, que en el último año y 3 meses me he tomado en total 5 días completos de descanso, incluyendo a Mi Vacación, que no descanso nunca  los fines de semana y que trabajo de 10 a 12 horas diarias, el haber salido de Houston desde las 5 de la tarde del Sábado y no haber regresado hasta el Domingo como a las 7 PM , fíjense bien, el Domingooooo, eso es ya el próooooximo díaaaaaaaa, ha sido algo realmente maravilloso.

La idea era ir a Freeport, que está al Sur de Houston y tiene costas con el Golfo de México y dedicarnos a pescar y pasear. Así que ni cortos ni perezozos, Yuli, el niño y yo, partimos en el taxi.

Previamente habíamos reservado online una habitación doble en un motelito de mala muerte , que tenía el indudable mérito de ser muy barato, permitir fumar y tener un televisor y una neverita para las indispensables cervezas.

Así que , llena de alegría, partí al mando de mi nave espacial, antiguamente conocida como Yellow Cab, hacia Freeport  y como Yuli puso mal la dirección en el GPS, escribió  East Highway 332, cuando era sólo Highway 332, pasamos por el lado de la población donde supuestamente estaba el motel y seguimos, llenas de sorpresa, en dirección al mar, cada vez mas cerca y felicitándonos por la buena suerte de haber escogido un alojamiento tan cerca de la costa.. hasta que ya , a unos 200 metros de la playa, tuvimos que rendirnos a la evidencia de que nuestro hotelito había desaparecido por ensalmo o habíamos puesto mal la dirección. Yo, como una santa, no dije una palabra y sonreí de oreja a oreja.

Rectificada la confusión y sin que nuestro ánimo decayera lo más mínimo, dimos vuelta atrás hasta encontrar el motel, de aspecto decadente y maltrecho, pero perfecto para el propósito.

Dejamos las escasas pertenencias  y nos lanzamos en busca del Walmart más cercano, previas maniobras en el GPS, porque a mis queridísimos acompañantes se les había olvidado traer algún abrigo con la emoción del viaje, pese a que fué lo último que les recordé antes de salir . Yo, como  una santa, no dije nada y sonreí de oreja a oreja.

Yo, que soy una experta en el uso del GPS, les digo que nunca, nunca, confíen por completo en el artilugio, porque ,gracias a el, estuvimos recorriendo millas y millas por caminos vecinales sin fin, hasta dar con la próxima población. Cuando ya parecía que todo estaba perdido, encontramos Walmart y unos abriguitos de 3 dólares cada uno magníficos.

Buscando un lugar donde comer, pasamos de largo lugares de fast food de aspecto exquisito y  restaurantes variados de todo tipo hasta dar con un restaurante mexicano, que tuvo la dicha de ser el peor de todos y tan contentos, nos fuimos a dormir, porque el cuerpo no daba para más.

El día siguiente , que habían anunciado sería soleado también, amaneció completamente nublado y con unos vientos del Polo Norte que estremecían, así que no bien localizamos el muelle de pesca tuvimos que salir corriendo a buscar algo como unas capas de lluvia que nos protegieran de la brisa helada y al rato encontramos, en una tiendecita de todo por un dolar, unos ponchos de nylon transparente , desechables, que servían a la perfección.

Armados de semejantes cubiertas, cuyo único defecto es el incesante batir contra las orejas con un ruido espantoso, nos adentramos en el muelle que apenas si se defendía contra las olas de 2 metros que lo azotaban. Cuando uno está dispuesto a pescar, está dispuesto a pescar y no hay nada que te disuada, así que lanzamos nuestros nylons al mar, sin dejarnos intimidar por el hecho de que nada picaba y de que perdíamos un anzuelo tras otro en las rocas que poblaban el fondo.

Luego de varias horas luchando contra todo: el Mar, las salpicaduras, las olas, el viento , las rocas y el Mundo, logramos capturar 6 pececillos insignificantes que devolvimos al agua, para ver si alcanzaban la adultez algún día. Desesperadas, Yuli y yo, por la necesidad de hacer pipi, miramos a los lados y constatamos que las personas más cercanas se encontraban a más de 200 metros de nosotras, así que Yuli se agachó y con los peces como únicos testigos, orinó en el murito , al rato procedí yo a la misma operación, miré a ambos lados, todos estaban lejos así que, con un barco que salió de la nada de pronto y una tripulación de unos 15 hombres como únicos testigos, oriné también.

Rendidos y agotados, pero con el ánimo en alto, dejamos la pesca para otro día y emprendimos el regreso a Houston, que se vió coronado con una comida exquisita en Applebees. Y el regreso al hogar , dulce hogar.

Aunque pueda parecerles que fué un fracaso Mi Vacación, no lo fué en absoluto, de hecho he cargado las pilas un montón, manejé el taxi como si no fuera el taxi, si no el vehiculo de los cielos y fuí y vine del Paraíso  con todo un día por el medio.

Y estoy tan contenta, que del tiro, escribí éste post.

I am confused.

confussion2

Al sonido de mi bocina, sale un señor gordo que me grita que ya sale el cliente. Al cabo de cinco minutos sale. No sé cual sería su problema, pero no se le veía muy bien, andaba tambaleante, la mirada extraviada, y cargaba dos grandes bolsas negras de las que se usan para la basura.

Dudé por un instante,seriamente,  si debería montar a semejante personaje en mi taxi, pero luego triunfó en mí el espíritu humanitario y me bajé a abrirle la puerta.

En ese momento aprovecha y me echa todo el aliento en la cara, a propósito y me dice, con la lengua enredada:

– No estoy borracho.

No estaba borracho, la verdad, pero lo parecía.

A duras penas se subió al taxi y me dice:

– Voy al 610.

El 610 es una autopista que circunvala Houston. No es la dirección de ningún lugar. Le digo:

– Señor, pero cuál es la salida que tengo que tomar?

– No sé.

Metí un frenazo y dí marcha atrás a toda velocidad para regresar a la casa donde lo había recogido. Allí, hablando con el otro, logré dilucidar cuál salida tenía que tomar después que estuviera en el 610 y el cliente, hablando más enredado aún, me dijo que una vez allá el sabía adónde iba.

Perfecto.

A los pocos minutos me dice que pare en una gasolinera para comprar una botella para sus amigos, así lo hago y mientras él estaba adentro me pongo a ojear el periódico. En un momento determinado miro hacia la puerta y me encuentro con la visión del hombre con los pantalones caídos , un zapato en una mano, en la otra la botella y tratando de agacharse a recoger el otro zapato , salí disparada del taxi y mientras trataba de subirle los pantalones, agarrar el zapato perdido y conservar al hombre en equilibrio lo  iba empujando hacia el taxi hasta que logré meterlo  dentro.

Cuando por fin me siento detrás del volante, sin aliento, oigo que me dice:

– I am confused.

– Bueno, le digo, también en inglés: I am confused too.

A los minutos me dice que necesita una bebida para tomarse las medicinas y que es por eso que está así, sin equilibrio, por la falta de medicinas. Volví a frenar en seco en el primer local que me encontré y le rogué que se quedara en el carro, que yo le compraba la bebida.

Cuando regresé con un Sprite, me lo encuentro cubierto de píldoras y la mitad del taxi también, me tiro en el suelo del carro, con la cara pegada a la alfombrilla  y logro reunir las pastillas otra vez dentro del pomito, le alcanzo la que iba a tomar, le abro la lata, se la pongo en la mano, le organizo la ropa y le ruego a Dios en silencio que la pastilla le haga un efecto inmediato.

El resto del viaje fué sin incidencias, por suerte, hasta que llegamos a la casa , me dice que lo deje frente al jardín, me paga y se tira del taxi, no bien pone pie en tierra, se le vuelven a caer los pantalones, pierde los zapatos y cae en la yerba enredado con las bolsas de basura.

Salgo del taxi corriendo, de nuevo y me imagino que pensarán los paseantes que contemplen el espectáculo de una mujer de mediana edad, gordita, subiéndole los pantalones en la vía pública a un americano drogado con dos bolsas de basura.

Una vez lo tuve mas o menos compuesto, lo arrastré hasta la puerta y toqué el timbre hasta que salió un hombre, sin mediar una palabra le deposité a mi cliente enfrente y corrí hasta mi taxi-refugio llena de alivio.

Confused.

PD: Esto es un hecho real.